El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha declarado que las próximas elecciones del 2 de junio se realizarán sin «problemas mayores» y sin violencia, a pesar de los recientes incidentes violentos. López Obrador atribuye esta confianza a la satisfacción general del pueblo mexicano y a las bajas tasas de desempleo que, según él, contribuyen a un ambiente de calma.
Ante la violencia previa, que ha incluido el asesinato de 36 candidatos, el gabinete de seguridad del gobierno, en colaboración con el Instituto Nacional Electoral (INE), ha tomado medidas para proteger a los candidatos. Estos esfuerzos buscan asegurar que el proceso electoral se desarrolle de manera segura.
México ha enfrentado desafíos de violencia en elecciones anteriores, lo que ha llevado a una vigilancia y preparación intensivas. Las declaraciones de AMLO contrastan con este historial, proponiendo un cambio hacia un proceso más pacífico gracias a las políticas actuales.
Aunque el presidente expresa optimismo, algunos sectores critican esta visión como demasiado idealista, considerando la realidad política y social del país. Estas voces señalan que, si bien la mayoría puede estar satisfecha, existen grupos significativos que aún se sienten marginados y podrían influir en el clima electoral.
La promesa de un proceso electoral tranquilo es crucial para la estabilidad política de México. Unas elecciones pacíficas podrían fortalecer la democracia del país y mejorar su imagen a nivel internacional, mientras que cualquier desviación podría tener efectos contrarios.