La segunda ola de calor que azotó a México este año ha terminado, dejando un saldo de al menos 14 muertes atribuidas a las altas temperaturas. Este fenómeno climático afectó principalmente a las regiones del norte y centro del país, donde las temperaturas superaron los 40 grados Celsius en varios días consecutivos.
Las víctimas, en su mayoría ancianos y personas con condiciones de salud preexistentes, sufrieron complicaciones debido al calor extremo. Las autoridades de salud han emitido múltiples advertencias durante el período, instando a la población a mantenerse hidratada, evitar la exposición directa al sol en las horas pico y usar ropa adecuada para mitigar los efectos del calor.
Además de las pérdidas humanas, la ola de calor ha tenido impactos significativos en la agricultura y en los recursos hídricos del país. Los cultivos han sufrido debido a la sequía asociada, y varios estados han reportado niveles críticamente bajos en sus reservas de agua, lo que podría afectar el suministro en los meses venideros.
Las autoridades mexicanas están evaluando las respuestas a estas olas de calor, considerando estrategias para mejorar la infraestructura urbana y aumentar la resiliencia de las comunidades vulnerables. Se discute la implementación de más áreas verdes y la mejora en los sistemas de alerta temprana para eventos extremos.
Este evento subraya la creciente urgencia de abordar los efectos del cambio climático. Expertos en clima advierten que eventos como estos podrían volverse más frecuentes y severos si no se toman medidas sustanciales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a las nuevas realidades climáticas.