Todos los seres humanos provenimos genéticamente de un ancestro en común que ha sido ubicado en África. Las diferencias estéticas, como el color de la piel, habrían sido adaptaciones de ese mismo ancestro a las condiciones de vida a las que se expuso en su exitoso intento de colonizar otros territorios, como parte de su evolución.
En términos científicos, las razas humanas significan una clasificación problemática en el mejor de los casos y dañina en el peor. Ante la evidencia genética, el uso del término de raza se diluye debido a la diversidad existente en la actualidad.
De usarse el término raza para diferenciar las características estéticas de un determinado grupo social, la consideración de una raza superior a otra es científicamente incorrecta, pues estas diferenciaciones solo suponen una categorización en función de la apariencia, mas no de las capacidades físicas, intelectuales y morales.
“La doctrina de la superioridad basada en diferenciación racial es científicamente falsa, moralmente condenable, socialmente injusta y peligrosa, y […] nada en la teoría o en la práctica permite justificar, en ninguna parte, la discriminación racial”.
Conforme a la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 21 de diciembre de 1965,