Después del primer mes del confinamiento por el coronavirus, las dudas en redes sociales empezaron a aparecer. Una tras otra, las usuarias de Twitter describían los trastornos menstruales que estaban sufriendo: retrasos o adelantos, menstruación más intensa o con menor flujo eran algunas de las alteraciones que enumeraban. ¿Tendrían que ver con el confinamiento?
Lejos de ser casos aislados, un tuit daba pie a todo un hilo de contestaciones de varias mujeres que revelaban los mismos síntomas. La ansiedad, el miedo y la angustia que produce esta nueva normalidad en la que vivimos desde que se decretó el estado de alarma podrían estar influyendo en los ciclos menstruales. «Lo más sensible que existe en una mujer es el ciclo menstrual. Se puede alterar por los cambios de alimentación, el deporte intenso, los viajes y, por supuesto, las situaciones de estrés», dice Alexandra Henríquez, ginecóloga del Hospital Universitario Quirón salud de Madrid.
La explicación podría ser sencilla: «Cuando estamos sometidas a una situación de mucho estrés, la producción de cortisol aumenta, lo cual afecta a la progesterona, que decae. Así, podríamos estar acortando los ciclos y eso puede explicar las alteraciones que están experimentando algunas mujeres».
La pérdida de rutinas de manera brusca es otro de los factores que puede contribuir a las alteraciones menstruales. «Hemos sufrido un parón en nuestra vida que ha hecho que nuestros biorritmos se alteren y nuestro cuerpo deje de regularse. En las mujeres, las primeras consecuencias de esto son los cambios en el ciclo menstrual», explica.
El confinamiento trajo también, en la mayoría de los casos, la menor exposición a la luz natural, un factor importante a la hora de regular los biorritmos. «Muchas pacientes se están quejando, por ejemplo, de problemas con el sueño y eso es el primer paso para alterar todos los demás ciclos», explica Henríquez. «Estamos rodeados de pantallas y pasamos mucho más tiempo bajo luz artificial y está demostrado que eso afecta al sueño».
Sin embargo, la doctora señala que ninguno de estos cambios es grave o motivo de preocupación y que tampoco hace falta consultar un especialista. «Si es una alteración puntual, en este primer mes de confinamiento no pasa nada, es absolutamente normal. Si se repite a lo largo de tres meses, entonces sí, sería de valorar el acudir al ginecólogo».