Sin duda, el tema del momento es el Piojo Herrera. Pero ¿es el Piojo reflejo de todos los mexicanos? ¿es el Piojo reflejo de un gobierno? Si de por si nunca se debe hablar de futbol y política, para éste que les escribe puede ser un sinónimo de la vida y del día a día. Así de fácil, el ex director técnico es un gran producto de la mercadotecnia y no dio resultados. y ¿el «preciso» de la república los ha dado? y ¿acaso no hemos tenido presidentes que han ganado y pasado a la siguiente ronda «haiga sido como haiga sido»? ¿No hemos tenido presidentes de la república, gobernadores y alcaldes en Izcalli que agreden, desacreditan a la prensa que no escribe como a ellos les gusta? Ni que decir de una FIFA embarrada de corrupción, y obviamente igual que el presidente mexicano. En imagen pública se habla de la reputación como una imagen-idea sostenida en el tiempo, y estoy seguro que su mente al segundo que se enteró del escándalo «pambolero» dio por hecho que el ex dirigente había hecho las cosas sin constatar la otra versión, insisto, reputación, o sea, nuestra mente cree sin pensar que ese ser llamado Miguel Herrera sería capaz de eso y más. Al otro día se destituye en automático por que ese comportamiento no es digno de un representante de México, por que al final, ese «gordito» no es digno de ser la imagen más visible de México hacia el mundo. Por eso, yo opto porque la Federación Mexicana de Futbol lleve de hoy en adelante el proceso de evaluación de nuestros políticos, de ser así, imagínese ya hubiéramos quitado a montones de presidentes, diputados y más. Porque resultados no dan en seguridad, la economía por el suelo y con ánimo de decrecer y el dólar por las nubes, los medios haciendo crítica y el gobierno buscando callar a quien no le conviene cómo plasma sus letras y desde luego la afición enfurecida. Al final, tal parece que el futbol es como la política mexicana o viceversa.
Más allá de esta bizarra insinuación, donde el deber ciudadano debería llegar a ser la de «ciudadano jugador» y no de simple espectador o aficionado. La intención es cuestionarle ¿cuántos Piojos Herrera existen en la política y por qué no les exigimos tanto como a un simple entrenador de futbol? Me despido pero como siempre, «tan amigos como siempre».