La Organización Mundial de la Salud confirmó este viernes que la adicción a los videojuegos es una enfermedad mental. El organismo lo incluyó en el listado actualizado de patologías, según lo acordado en la Asamblea celebrada en mayo del año pasado.
Esta es la primera revisión realizada después de 30 años. Sin embargo, determinar criterios específicos servirá para evaluar con mayor precisión la magnitud de la situación. En el mundo existen tres mil millones de jugadores, aunque es una minoría la que desarrolla usos problemáticos.
La Clasificación Internacional de Enfermedades utilizada por la OMS incorpora el análisis de 1.6 millones de casos clínicos, pertenecientes a 90 países. Se utiliza por los profesionales de la salud para estandarizar su trabajo y obtener los parámetros necesarios en relación a la realización de diagnósticos. A través de su inclusión, también se busca mejorar las estadísticas disponibles sobre la adicción a los videojuegos en el planeta.
El psiquiatra Frederick Pavlosky, aseguró que el incluir el comportamiento problemático de los videojuegos es bueno, ya que constituye una realidad clínica innegable. Y de esta forma, al ser reconocido el problema, los pacientes podrán tener acceso al tratamiento. El especialista también afirma que, al igual que el consumo problemático de alcohol, nicotina, apuestas online o incluso redes sociales, el de los videojuegos constituye un deterioro de la vida social.
Ser gamer no es sinónimo de adicción
Según Newzoo, existen tres mil millones de gamers en todo el mundo, lo que equivale al 40% de la población mundial. Este número se alcanzó después de la pandemia, cuando la demanda de entretenimiento bajo techo aumentó un 5.3%.
Sin embargo, esto no quiere decir que todos ellos desarrollen un consumo problemático. Para esto, Robert Jacob, el jefe de la OMS que se encargó de elaborar la lista, explicó algunas señales de alerta sobre dicha adicción:
- No poder dejar de jugar en Internet o con una consola
- Descuidar las amistades o el trabajo
Lo anterior, en periodos de más de un año.
Lo que se pierde, en particular, es el control sobre el juego: una adicción que no distingue edades, y que provoca efectos indeseables en el rendimiento escolar, laboral y en la vida privada.
Robert Jacob, especialista de la OMS
Por su parte, Pavlosky señala que las personas que desarrollan usos problemáticos constituyen un porcentaje mucho menor del total de personas que juegan. El especialista sugirió no generar sobrediagnósticos y pensar erróneamente que todo el que juega tiene un problema de salud mental. Además, señaló que, lejos de lo que se piensa, pertenecer al mundo de los videojuegos puede servir para conocer gente y entablar nuevas amistades y relaciones.