¡Se logró! era una de las frases que se escuchó ayer al termino del partido. Y es que México se jugó esta semana su pase al mundial, y con siete puntos lo logró. A Estados Unidos no se le pudo ganar en el ‘estadio Azteca’, en casa, en donde antes era muy fácil ganarle a este rival.
Los partidos contra Honduras y El Salvador se ganaron, pero es que hubiera sido el colmo que no fuera así. Y con estos resultados se quedó en segundo lugar de las eliminatorias y con ello se confirmó el lugar en Qatar.
Y es que el logró en sí es maravilloso, lo que todos queríamos, lo que estaba presupuestado, lo que se esperaba. El problema son las formas.
La forma tan incierta del pase, la forma tan incierta de jugar, la forma tan incierta de lo que es el Tata Martino enfrente de la Selección que no termina de convencer.
México no tiene buen juego, no tiene estructura, concentración, es una generación de veteranos, no se le da la oportunidad a los jugadores jóvenes y no da buenos partidos.
Al final la Selección Mexicana es un espejo de la realidad tan mediocre de nuestro futbol. No podemos pedir una buena actuación de los seleccionados si desde la Liga no se le da prioridad a los canteranos, a los mexicanos.
Y entonces se celebra este pase jugando a nada, ganando con esfuerzo a selecciones con menor nivel futbolístico y la pregunta sería, ¿es esta la selección que queremos nos vaya a representar al extranjero? o tal vez ¿hubiera sido mejor que a México no se le diera el pase y así, perdiendo millones los de pantalones largos se preocuparan más en mejorar nuestra liga para obtener mejores resultados?
Hoy el futbol mexicano está en crisis y con estos espejismos no se alcanza a notar lo hundido que está.
Hoy no deberíamos celebrar el pase al mundial si no esperar a que el futbol se tome en serio por los dirigentes.
Hoy no habrá forma de mejorar el nivel de la liga.
Hoy el quinto partido se ve muchísimo más lejano que antes.
Pero al final el futbol es lo más importante de lo menos importante así que esperemos a noviembre para volver a ilusionarnos y terminar anhelando el pase a la siguiente fase.