El gobierno de México expresó su inconformidad con las declaraciones del embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, quien criticó la estrategia de seguridad «abrazos, no balazos» implementada en el país. Salazar cuestionó la efectividad de esta política para enfrentar el crimen organizado, señalando que podría ser insuficiente para contener la violencia en México.
La respuesta del gobierno mexicano no se hizo esperar, defendiendo su estrategia como una política centrada en la prevención de la violencia y en atender las causas profundas del crimen, en lugar de optar por una confrontación directa. Las autoridades mexicanas destacaron que la cooperación en seguridad entre ambos países debe basarse en el respeto mutuo y la no injerencia.
El intercambio entre Salazar y el gobierno mexicano refleja las tensiones en torno a la política de seguridad en México, donde algunos sectores consideran que es necesario adoptar un enfoque más contundente frente al crimen organizado. El embajador Salazar reiteró su compromiso de trabajar con México en temas de seguridad, aunque resaltó la importancia de métodos más agresivos para combatir el narcotráfico.