Nicolás Maduro tomó protesta como presidente de Venezuela para el periodo 2025-2031 en una ceremonia oficial respaldada por aliados internacionales y criticada por opositores. Durante su discurso, prometió reforzar las políticas sociales y económicas para enfrentar los retos del país, subrayando su compromiso con la estabilidad y la paz.
El acto ocurre en un contexto de profunda polarización política en Venezuela. Mientras que países como China y Rusia reiteraron su apoyo al gobierno de Maduro, líderes opositores y organismos internacionales cuestionaron la legitimidad del proceso electoral. Analistas anticipan un periodo complicado, con presión internacional y demandas internas de reforma.
Ante este escenario, Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, pidió garantizar la seguridad de los líderes opositores en Venezuela. En su declaración, calificó la situación como un “ataque a la democracia” y solicitó a la comunidad internacional medidas contundentes para proteger los derechos humanos en el país sudamericano. Esta postura refuerza la presión diplomática desde Washington hacia Caracas.
Por su parte, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, hizo un llamado a respetar la soberanía venezolana, destacando que cualquier intervención externa podría agravar la crisis. Sin embargo, Sheinbaum también advirtió sobre los riesgos de criminalizar la política, instando al diálogo como vía para resolver los conflictos. Su postura subraya el papel de México como mediador en la región.
El nuevo mandato de Maduro reaviva el debate internacional sobre la situación en Venezuela, mientras actores clave como México y Estados Unidos toman posiciones opuestas, marcando un panorama diplomático complejo para la región.