Las nubes ondulantes de los gases lacrimógenos que las autoridades están lanzando contra las multitudes que protestan en Estados Unidos podrían aumentar el riesgo de que el coronavirus se propague con las manifestaciones.
De acuerdo con los estudios sobre los riesgos de exposición, además del dolor inmediato que puede ocasionar ojos llorosos y ardor de garganta, los gases lacrimógenos pueden dañar los pulmones de las personas y hacerlos más susceptibles a contraer una enfermedad respiratoria. El gas también puede incitar a toser, lo que puede propagar aún más el virus de una persona infectada.
Las protestas organizadas después de la muerte de George Floyd en Minneapolis ya han causado preocupación entre los expertos en salud que han visto cómo miles de manifestantes se han reunido en ciudades de todo el país. Si bien algunos manifestantes usan máscaras y guantes, a menudo se reúnen en espacios cerrados en los que gritan y corean, una actividad riesgosa para un virus que se propaga por medio de las gotas respiratorias.
Pero la presencia de gases, que flotan en el aire y han sido ampliamente utilizados por las fuerzas policiales en las últimas noches, ha agregado un nuevo elemento incierto de riesgo a la situación.
El uso de gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes ha sido objeto de críticas por parte de organizaciones como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por su sigla en inglés).
Jamil Dakwar, director del Programa de Derechos Humanos de la ACLU, dijo que el gas lacrimógeno se había convertido en una táctica utilizada en exceso que en realidad puede aumentar la volatilidad de una situación. Dijo que armas de uso tan indiscriminado no deberían emplearse para dispersar personas o en protestas.