El primer mes de Javier Milei como presidente de Argentina ha sido una montaña rusa de hiperactividad reformista y controversias. Desde su discurso inaugural el 10 de diciembre, Milei ha esbozado un plan económico de ‘shock’ con el objetivo de convertir a Argentina en una potencia mundial en el próximo medio siglo. Su enfoque se centra en la reducción extrema del gasto estatal, la desregulación total y la acumulación de poderes legislativos por parte del Ejecutivo.
Milei, quien ganó las elecciones el 19 de noviembre, presentó dos paquetes de medidas en menos de un mes. El primero, un decreto de necesidad y urgencia (DNU) firmado el 20 de diciembre, contempla la reforma de más de 300 normas legales. Este ‘megadecreto’ permite la privatización de empresas estatales, la derogación de leyes medioambientales y la transformación de clubes de fútbol en sociedades anónimas deportivas.
El DNU de Milei enfrenta desafíos en el Parlamento, donde su partido, La Libertad Avanza, necesita colaboración de otros grupos para su aprobación. Además, ha habido protestas en las calles organizadas por la Confederación General del Trabajo (CGT) y otras entidades. La CGT convocó una huelga general para el 24 de enero, y ‘cacerolazos’ han resurgido como forma de protesta.
El obstáculo judicial ha sido significativo para el DNU, con la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo dictando medidas cautelares que suspenden temporalmente la reforma laboral incluida en el decreto. Milei también anunció un proyecto de ley con más de 600 artículos, conocido como ‘ley ómnibus’, que otorgaría ‘superpoderes’ legislativos al Ejecutivo hasta finales de 2025.
Más allá de las reformas, Milei ha continuado ofreciendo su característico ‘show’ político. Se ha mostrado en televisiones y radios con una faceta más moderada que durante la campaña. Sin embargo, la inflación ha disparado las preocupaciones económicas, con un aumento de precios que podría superar el 30% en el último mes de 2023, acercando a Argentina a la hiperinflación.