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Indígenas, pobres y diabéticos, esperan al COVID-19

Las personas con diabetes en la comunidad indígena de San Dionisio del Mar, Oaxaca, están conscientes de que los altos costos de sus tratamientos médicos las podrían obligar a vender sus electrodomésticos, su ganado y hasta sus tierras. Solo el taxi a Juchitán, donde se encuentran los hospitales más cercanos, les cuesta 400 pesos, es decir, más de lo que se gana en un año tejiendo cintas de palma.

Sin embargo, también están conscientes de que la pandemia por COVID-19 podría empeorar este escenario, ya que la prevalencia de enfermedades crónicas en personas de su comunidad podría sumarse a la gran cantidad de adultos mayores y a la escasez en los servicios de salud, convirtiéndose en una mezcla peligrosa.

A la vulnerabilidad de las poblaciones indígenas causada por las enfermedades crónicas y la imposición de chatarra por el Gobierno se une la falta de servicios de salud. A muchos de los pacientes diabéticos de San Dionisio del Mar ni siquiera los servicios privados disponibles en Juchitán les parecen suficientes para sanar.

Este conjunto de factores amenaza con traducirse en situaciones críticas, como la de Samuel, un indígena de la etnia zoque que se suicidó el lunes 13 de abril tras recibir un diagnóstico positivo por COVID-19 en el municipio de Ocosingo, Chiapas.

En un comunicado en su sitio web sobre el COVID-19, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que los pueblos indígenas del mundo “corren un riesgo desproporcionado” ante la pandemia por factores como la falta de acceso a sistemas de vigilancia, servicios sanitarios y médicos, así como por la inseguridad alimentaria derivada de su pérdida de tierras y estilos de vida tradicionales, que los obliga a ocuparse en economías de subsistencia.

Conscientes del riesgo que representa esta pandemia, en San Dionisio del Mar, al igual que en otros pueblos de Oaxaca y el sur de México, las autoridades han tomado la decisión de cerrar las entradas incluso a los propios paisanos que trabajan en Cancún o Estados Unidos, quienes en su mayoría han perdido el empleo y prefieren volver a sus hogares para no pagar el alquiler en sus localidades de trabajo.

Sin embargo, la crisis por este virus no solo debe visibilizar las carencias de los pueblos indígenas, sino también sus potenciales fortalezas a fin de procurarlas, aseguró la antropóloga social Laura Montesi. Algunas de ellas, mencionó, son la agricultura y la pesca de subsistencia, así como la organización comunitaria.

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